Obsesión {Free}

No sé cuanto tiempo conduje hasta La Push, bajo la lluvia. Los segundos iba y venian, pero mi reloj no funcionaba hoy. Sólo deseaba llegar a La Reserva y encontrar Jacob; su ausencia comenzaba a ponerme muy nerviosa, tanto que su falta se había convertído en pura obsesión para mi. Probablemente me buscase problemas, y no sólo en casa, pero dada la situación en la península, con Volturis campando a sus anchas por allí, no pude contenerme.

Me había levantado pronto por la mañana y había tomado el coche de tío Emmett, era el más discreto y rápido. Ya tendría tiempo de dar explicaciones más tarde. No iba a librarme de esta, pero me daba lo mismo, ya no pensaba esperar más.

Fuí primero hasta su casa, pero allí no había nadie, ni siquiera Billy estaba allí. Luego visité a Sue, pero con ella sólo estuve unos minutos, el abuelo charlie llegaba para comer enseguída y no debía verme allí. Explicarle que en ocho años hubiese cambiado tanto no tendría sentído para nadie, asi que me marché en seguida. Finalmente visité la playa, los acantilados precisamente. Pero allí seguía sin haber nadie, y además, llovía a cántaros.

Cuando dejó de llover salí del coche y caminé hasta el filo del acantilado, desistiendo en mi búsqueda.

La brisa marina arrastraba un olor salado hasta la cima del acantilado, olor que se entremezclaba con el húmedo efluvio de la lluvia, que apenas había parado cinco minutos antes. Me resultaba muy agradable. Mis cabellos se movian al son del viento, haciendo que tuviese que apartarlos de mi rostro para poder ver el horizonte, precioso como el que más aquella tarde. Me enamoraba aquel paisaje, tan puro y natural.

Fue cuando estaba sumida en aquella inmensidad cuando unos brazos fuertes y tremendamente calientes me abrazaron por la espalda y sus manos me taparon los ojos. Su aroma me enbriagó de inmediato, nublandome la vista. Era él, Jacob. Mi Jacob.

No volteé para abrazarlo, pero Dios sabe que lo habría hecho nada más notar su presencia. Aunque ahora sabía que estaba bien, que, quizás, me había preocupado demasiado. Pero estaba contenta, porque por fín estaba ahí, conmigo.

El corazón me latía a gran velocidad, y es que sólo Jake conseguía ese efecto en mí. Cada vez que su piel, ardiente como el sol, rozaba la mía, de una temperatura normal-tirando a baja, sentía morir. Pero al mismo tiempo sentía vida, muchísima vida. Y así podría continuar por una eternidad, describiendo cada sensacíón a su lado, pero las palabras, al contrario que nuestras vidas, en algun momento se acabarían, y no tenía sentído. Ahora debíamos disfrutarnos el uno al otro.

Sonreí al sentir su dulce aliento contra mi cuello, hablándome desde tan cerca. Mis manos se alzaron hasta tomar las suyas.

-Mi único temor era que el mismo lobo estuviese en peligro. -susurré con voz dulce y ligeramente entrecortada.