Solo un vistazo rápido (Libree~)

Últimamente mis días eran tan monótonos y aburridos que las ganas de buscar algo de diversión se disipaban nada más pensarlo. No tenía ganas de salir, ni siquiera de ir con Alice, quien se había ofrecido a llevarme de compras a Port Angeles. Ella no se lo había tomado mal, Alice casi nunca se enfadaba, pero sabía que la había disgustado un poco. La razón de que estuviese tan desganada tenia que ver con que hacía más de una semana que no sabía nada de Jake, y la verdad, estaba algo preocupada. No era propio de el desaparecer de ese modo.

De cualquier modo, cuando acabaron las clases, no quise volver directamente a casa, ultimamente el ambiente estaba algo espeso con papá de acá para allá...Así que, libros en mano, me acerqué hasta el centro del pueblo, concretamente hasta la plaza, dónde la gente solía ir a pasear por las tardes.

Paseaba con tranquilidad, sintiendo como la tarde caía y la temperatura bajaba terriblemente, cuando caí en la cuenta de que alguien no-humano caminaba también por allí. Alguien que me daba una muy mala espina, y que a la vez me sonaba de algo.

Bien, era tiempo para pensar en la inmortalidad del cangrejo... Pero que demonios, pronto "moriré" de aburrimiento.
Reí un poco al pensar en la palabra "morir". Esa palabra se había hecho tan ajena a mi. En cierto modo... la extrañaba...

Iba a pararme para seguir "buscando" a Heidi (aunque claro, más bien iba a rondar por las calles para ver si encuentro una víctima) cuando olí el olor de alguien híbrido... Oh, ese olor no lo podía confundir con el de nadie.

Me paré de la banca y camine elegantemente hacía ella, me posé enfrente y la mire, sonriendo un poco. SI hubiera tenido la idea del dolor en mi mente ella ahorita se estuviera retorciendo.

-Miren a quien tenemos aquí, a la pequeña Renesmee Cullen, aunque veo que ya no tan pequeña...- ciertamente, nuestras familias estaban en guerra continúa pero en esos momentos era "paz", o al menos en este momento eso esperaba.

¿Por qué aquel hermoso y angelical semblante me sonaba tantísimo? No podía caer en la cuenta, algo bloqueaba mis pensamientos. Pero estaba claro; yo había visto a aquella jóven vampira antes. Cuando, eso, de momento, era un auténtico misterio para mi.

No sé cuanto tiempo permanecí mirándola, pero debió de ser mucho, quizá demasiado, ya que ella ya se había levantado y caminaba hacia mí. Yo y mi estúpida manía de quedarme mirando a las personas. Algún día alguien se molestaría y tendría problemas de verdad.

Me puse tensa. Papá siempre decía que debíamos permanecer alerta ante cualquier desconocído, aunque fuese de nuestra raza. Aunque no tenía miedo, sólo curiosidad, mucha, mucha curiosidad. Y eso era malo, lo sabía. Ya se sabe lo que dicen; "la curiosidad mató al gato."

Aun fue más inesperado que supiera mi nombre. Sólo pude alzar una ceja y tornar mi semblante a una expresión seria e indiferente. No me gustó su tono.

- ¿Nos...conocemos? -pregunté, alargando ligeramente la pronunciacion de la letra s en mis palabras.

La observaba directamente a los ojos, la estudiaba, mirando toda su cara. Había cambiado bastante desde la última vez que visité a los Cullen para ver como estaban los "niños". A de ser el efecto "vampiro/humano", me dije para mi misma, con cierta burla.

Suspiré al escucharla y negué con la cabeza, con los ojos cerrados.

-¿Qué? Ya no te acuerdas de mí - abrí los ojos un poco más de lo común - Bueno, es común. La última vez que te vi tenías 2 años - aclaré. Cuando lo decía parecía que había pasado tanto tiempo. La miré a ella, y luego miré a la nada, recordando como era a los dos años.

-Ahora, ¿cuántos tienes? ¿Ocho? ¿Nueve? - dije calculando un poco su edad. Algo que había aprendido en toda mi vida, era que los híbridos crecían y aprendían bastante rápido, tal vez por eso me sorprendió que no me recordara.

Cielos, cada palabra que pronunciaba me hacía estar más segura de que verdaderamente había estado frente a esa vampira antes. Su voz, temiblemente hermosa, acarreó una serie de datos que situaron mis recuerdos en un mismo sitio: La casi-batalla que atrajo a la realeza Italiana hasta la península de Olympic.

¡Era una de ellos! Jane, Jane Volturi.

Los recuerdos e información de la que disponía y había escuchado hablar en mi familia, golpetearon mi cabeza con fuerza. Ella, su poder. Por un momento tuve que contenerme para no pedir disculpas por mi indiscrección al mirarla con tanta fijeza, pero no lo hice. Mantuve la compostura y me limité a seguir el camino.

- Ocho, sí -asentí con firmeza y aun con el semblante serio, aunque con amabilidad en la voz. - Y, ahora te recuerdo, Jane, querída.

Sentía su miedo, sentía que quería retractarse de como me había tratado. Eso me hizo sonreir aún más, pero si pensaba en dolor, ni iba a ser culpa mía...
La miré directa y profundamente, clavando mis ojos azul celeste en ella. Por un momento yo estuve seria y luego volví a sonreír, esta vez, más dulce.
-Eres valiente Renesmee - admití - Aunque claro, no me esperaba menos de la hija de Isabella - agregué, recordando la batalla...