Lose control [ Libre ]

Podía oler su sangre desde el bosque.
¿Había acaso un humano muriendo en las calles así sin más?

Salí del bosque a una velocidad poco humana y me escabullí por las calles de Forks, guiada por el olor dulce y doloroso de la sangre. Mis sentidos estaban agudizados por mi sed. Era cuestión de segundos antes de que perdiera el control de mi misma y no fuera más que producto de mis instintos de vampiro.

Esto se estaba volviendo una rutina; oler la sangre, seguirla sin sentir que lo hacía y matar a otro humano. No me enteraba de lo que había hecho sino hasta mucho después.

¿Que día era hoy? ya ni podía recordar eso. Hacía bastantes días que no regresaba a mi casa, estaba todo el tiempo en el bosque, no contenta con cazar un humano por día. La sangre de los animales, a diferencia de la humana, no me llamaba, no me descontrolaba. Pasaba por su lado sin más, aunque me ardiera un poco la garganta.

Nuevamente estaba allí, en las calles, a punto de matar a otro humano. Le dirigí una mirada de desdén al mortal y me la devolvió. Estaba intentando aguantar la respiración pero ya le había olido...y era muy difícil controlarme.

Otra vez, sin darme cuenta, había matado a otro humano...y lo peor del asunto es que no sentía remordimiento.

Incineré el cuerpo y me quede allí, en la calle, mirando hacía algún punto imaginario. Sintiendo como mis ojos cambian del negro al rojo más intenso…

Dos días en Forks eran el colmo para mi. Tenía sed y la sangre de animales siempre me daba asco, aunque esta vez no traté de probarla. Sabía que podría aguantar.

Se supone que fui a Forks para encontrar a Heidi (o eso fue lo que les dije a mis señores), pero sinceramente fui para ver si me "topaba" con Seth (claro que mi versión de "toparse" con Seth era "encontrarlo mediante mi olfato").

Me encontraba sentada en una de las bancas del pueblo de Forks cuando olí sangre. Tarde unos 5 o 3 minutos sentada allí, decidiendo si me importaba o no.

Que carajo, no tengo nada que hacer pensé.

Ciertamente, la vida de ese humano me importaba un bledo, pero como Vulturi, tenía que castigar a todo aquel que quebrantara la "ley".

Llegué al lugar rápidamente. Lo primero que vi fue el cuerpo, le di un vistazo rápido, mis ojos cambiaron a rojo intenso pero no se podían ver por las lentillas. Después vi a la chica vampiro. Iba a sonreír, pero si lo hacía la torturaría y aún no era momento para eso. Negué con la cabeza y me acerqué un poco más a ella.

-No, no, no, que mal. ¿Tenías hambre? - pregunté sarcástica y fría, con un toque de burla.

El líquido cálido se deslizo por mis labios haciendo me dar dos pasos hacia atrás. No me moleste en quitármelo, estaba segura que esa no sería mi última cazería del día. No lograr controlarme era lo que más me molestaba de todo el asunto. Porque, siendo sincera, el hecho de matar humanos se me hacía tan...¿normal? ¡Jo! sí que me había abierto los ojos eso de ser vampiro...ahora estaba enterada de que los humanos no eran los únicos...ni los más fuertes como ellos creen...como ellos creen saberlo todo.

Escuché unos pasos acercándose pero decidí no prestarle demasiada atención a ello. Bueno, no lo decidí...simplemente había captado otro olor a sangre humana. El olor fue tan fuerte que me obligo a retroceder unos cuantos pasos y, cuando el aroma se deslizo por mi garganta, la dejo realmente adolorida. No hice nada, no había nada -aparte de cazar- que pudiera quitarme ese dolor. Lo había descubierto en mis primeros días.

Finalmente hubo una voz que me saco de mis pensamientos. Alce los ojos hasta encontrarme con una chica de ojos azules. Mi garganta no dolió más de lo que ya lo estaba así que supuse que no se trataba de una humana. Le gruñí cuando escuche su comentario y rodé los ojos. Ya era algo rebelde de humana-como no, en plena adolescencia- pero al ser vampiro eso se había incrementado un poco más. Le hice una mueca y camine con gracias hasta quedar a su lado.

-¿Quien rayos eres tú?-gruñí, respondiendo perfectamente a su tono frío con uno peor.

La miraba de arriba a abajo, estudiándola, tal vez quería saber si era digna para sentir mi poder o no. Sonreía angelical e inocentemente, aunque claro, todo mundo que me conociera sabría que no soy para nada así.

Escuché su tono de voz, algo que me irritó bastante, aunque claro, lo disimulaba bastante bien con mi sonrisa. Volví a negar con la cabeza y la miré:
-Mala respuesta - le clavé mis ojos en su mirada y de pronto parecía como si el color azul de las lentillas no fuera suficientemente fuerte para tapar lo rojo que ahora estaban mis ojos. Sonreí y pensé en dolor. Estaba usando mi habilidad en ese momento, ahora solo faltaba disfrutar de la función.